Nadie dijo que sería fácil, pero al menos debemos intentarlo, ¿no?.
La devastación no es más que un signo para removernos la cabeza y decirnos: "ey, algo están haciendo mal, así que empiecen de nuevo". Y así, hombro con hombro, aferrados de las manos, llorando de pena, llorando de emoción, ayudándonos, solo así es como podremos salir adelante.
Un desastre natural como el que nos ataca hoy no es más que un aviso de allá arriba que tenemos que ponernos las pilas por nuestra tierra, por nuestra gente...
Tal vez esta era la única forma que notáramos que estábamos todos distantes, que no había comunicación en las familias ni en los vecindarios, y ahora, por la fuerza de la muy sabia naturaleza nos vemos obligados a hacer las cosas bien, porque sabemos que es la única forma en que todo un país tire para arriba y salga adelante.
Así que con las frentes en alto, luchando codo a codo, busquemos la paz, la reconstrucción.
¡No sean tontos! Hay un millón de gente que nos necesita.
¿Qué estamos haciendo aquí?
Hay que poner un ladrillo por la esperanza.
Hay que ayudar y no hacer más destrozos como algunos.
Hay que brindar amor, muchísimo amor.
Hay que ser chilenos, señores, excelentes chilenos.
