31 de diciembre, 2011.
2:53 AM.
¿Alguna vez han sentido esa sensación de que te pican las manos por hacer algo? ¿Les ha pasado que en su cabeza reproducen una y mil veces eso que tanto quieren hacer? Pues a mí me pasa muy seguido, cuando quiero escribir. De hecho, hace un par de minutos atrás estaba precisamente pensando en escribir algo como esto, mientras me movía por la casa buscando cosas para prepararme para “dormir”.
Hoy es el último día del año. Un día peculiar, por no decir menos. Es un día en el cual (se supone) uno debería de reflexionar de todo lo que hizo este año y de cómo podría hacer para mejorar el año que sigue.
Lo primero que pensé, cuando me dieron ganas de escribir esto, fue un recuerdo. Hace un par de años nuevos atrás (y creo que son más de un par), escribí en mi diario de vida como loca toda la última semana de ese año. Y terminé el diario de vida el último día del año, también. Sin embargo no es de eso de lo que me acordé sino que escribí sobre el placer de tomar un café en la mañana, mirando el mar. Realmente no me acuerdo mucho de todo el contexto y no sé si ese escrito estará por ahí, porque ni siquiera sé donde está mi diario de vida de aquel entonces. Y debo decir que hace tiempo que no tomo mi nuevo cuaderno.
Lo que me lleva a una segunda cuestión: Siempre que termino de escribir una historia… se me pierde. ¡Sí! Después de todo el “esfuerzo” y de imaginar tanto, de crear situaciones, personajes y relaciones se me pierde. Es algo triste realmente, porque mi memoria no es tan buena como para recordar exactamente lo que escribí hace tanto tiempo. Escribir una historia toma tiempo, por supuesto que sí, ¿acaso resultaría sencillo, por ejemplo, escribir la historia de tu vida?. Y eso que la vas viviendo día a día, si la escribes, seguro tendrías una historia grandiosa. Los escritores, cuando deciden escribir una novela ponen un poco de sí mismos en ellas. A veces la personalidad de algún personaje, a veces las vivencias de los personajes, quizá el ambiente, quizá el tiempo y espacio. Pero por lo general, crean un mundo completamente nuevo. Cuando yo escribo, pongo un poco de mí misma en ello.
Ahora que acaba el año me pregunto, ¿por qué dejamos que este día sea el día de reflexionar? ¿o el día de hacer borrón y cuenta nueva? ¿o el día de echar el año y rezar porque el siguiente sea mejor?. Si al fin y al cabo, después del abrazo de Año Nuevo uno se va a dormir y cuando despierta es un día como cualquier otro, uno es como lo ha sido siempre y no hay nada más que un posible cansancio por el carrete de la noche anterior. ¿Qué tiene de distinto el primero de enero del año nuevo del treinta y uno de diciembre del año anterior? (Omitiendo, claro está, las fechas). Si tomas el año nuevo como una forma de comenzar de cero, de tratar de ser una mejor persona, de corregir tus errores, de avanzar… bien podría ser año nuevo todos los días de tu vida.
Supongo que sí que hay un cambio. Al menos, energéticamente hablando, en el ambiente de festividad se nota que hay algo que cambió. Aunque no sepamos realmente el qué. Yo sí aprecio algún tipo de cambio, aunque parezca que esté reprochando el año nuevo, no es así. Eso sólo que pensé en un perspectiva distinta. Técnicamente, no hay ningún cambio más que de fechas. Pero es otra cosa cuando hablamos de lo que uno siente.
Son las tres con diez minutos de la madrugada, la última madrugada del dos mil once. Ahora me iré a dormir y cuando despierte seguirá siendo el último día del año.
Yo creo que esta fecha es un día casi como cualquier otro. Sin embargo, está en cada uno en ver la magia que hay en torno a éste. Yo puedo ver la magia cuando veo un fuego artificial en el cielo y me emociono con las luces. Cuando estoy junto a mi familia y juntos gritamos un “Oh” de asombro cuando la explosión y las luces nos llaman la atención. Cuando nuestra mascota corretea nervioso por la casa, moviendo su cola, inquieto. Cuando vienen a mi mente un montón de recuerdos y deseos de escribirlos y memorarlos por siempre.
Año Nuevo se trata de compartir, de sentir el año que se va y el que viene, de emocionarse con los detalles, de amar a tus seres queridos y anhelar que lleguen más, de llorar de alegría, de reírse de pena, de extrañar a los que se fueron y a los que están, pero lejos; de leer buenas historias, de escribir tu propia historia.
Eso es año nuevo para mí: Un nuevo capítulo en el libro de mi vida.
3:20 AM
Constanza Vargas C.
«Cuando uno escribe del corazón, no necesita editores.
Cuando publicas en internet una historia, ésta tampoco requiere editores.
Cuando escribes por ti y no por los demás, no necesitas editores.
Cuando escribes para entretener a los demás de manera gratuita, realmente no necesitas editores.
Si alguien quiere leer lo que yo escribo, bienvenido sea.
Porque yo escribo mis historias con el corazón por mí y para mí,
para mostrarme ante los demás y para divertir a unos cuantos. »