Realmente... ¿quién puede entenderme?. Ni yo misma puedo hacerlo a veces.
Hace dos horas tenía un mal humor terrible, pero horas antes estaba risueña y regalando besos de color rojo maraco intenso. Sí, es un color, aunque no lo crean.
Y ahora, estoy un poco contenta. Debería estar privilegiando mis valiosas horas de sueño en vez de estar escribiendo esta entrada, pero realmente me siento con ganas de escribir hoy. Supongo que acabando con esto, estudio un poco más mi presentación y me largo a dormir.
Necesito desahogarme:
Estaba tan asquerosamente preocupada por este imbécil que no me contestaba. ¡Y nadie me contestaba! Ni él ni en su casa. Se me pasó por la cabeza que podría haberle pasado algo y me asusté. Respiré hondo y me dije a mí misma: "No, él está bien. La malas noticias vuelan..." Bueno, no pensé eso exactamente, pero... parecido. Me autoconvencí que estaba bien y adivinen. Yo tenía razón: estaba bien.
-¿Hola?
-Te odio -le dije medio riendo, medio en serio.
Algún día le diré por qué estaba realmente de malhumor, exceptuando el estrés y el sueño, claro, que también aportaron un poco a mi odio. Obviamente, él fue la persona que recibió parte de mi desquite. De hecho, después de decirle que lo odiaba me sentí un poco más animada, un poco.
Otra cosa que aportó parte de mi reciente felicidad fue... recordar a mis amigas. Me di un descanso, un par de vueltas por la casa, llené un poco mi estómago y volví a estudiar (cosa que aún no hago de nuevo).
Me alegro de estar bien ahora. Voy a tratar de olvidar la negrura que me ha estado corroyendo la mente de un tiempo a esta parte y mañana me dedicaré a disfrutar mi break entre tanto pesimismo, envidias y pesares.
Es tiempo para mí.
Síp, soy un poco bipolar.