"Para escribir solo hacen falta dos cosas: tener algo que decir y decirlo" - Oscar Wilde

lunes, 29 de agosto de 2011

Bipolar

Realmente... ¿quién puede entenderme?. Ni yo misma puedo hacerlo a veces.
Hace dos horas tenía un mal humor terrible, pero horas antes estaba risueña y regalando besos de color rojo maraco intenso. Sí, es un color, aunque no lo crean.

Y ahora, estoy un poco contenta. Debería estar privilegiando mis valiosas horas de sueño en vez de estar escribiendo esta entrada, pero realmente me siento con ganas de escribir hoy. Supongo que acabando con esto, estudio un poco más mi presentación y me largo a dormir.

Necesito desahogarme:

Estaba tan asquerosamente preocupada por este imbécil que no me contestaba. ¡Y nadie me contestaba! Ni él ni en su casa. Se me pasó por la cabeza que podría haberle pasado algo y me asusté. Respiré hondo y me dije a mí misma: "No, él está bien. La malas noticias vuelan..." Bueno, no pensé eso exactamente, pero... parecido. Me autoconvencí que estaba bien y adivinen. Yo tenía razón: estaba bien.

-¿Hola?
-Te odio -le dije medio riendo, medio en serio.
Algún día le diré por qué estaba realmente de malhumor, exceptuando el estrés y el sueño, claro, que también aportaron un poco a mi odio. Obviamente, él fue la persona que recibió parte de mi desquite. De hecho, después de decirle que lo odiaba me sentí un poco más animada, un poco.

Otra cosa que aportó parte de mi reciente felicidad fue... recordar a mis amigas. Me di un descanso, un par de vueltas por la casa, llené un poco mi estómago y volví a estudiar (cosa que aún no hago de nuevo).

Me alegro de estar bien ahora. Voy a tratar de olvidar la negrura que me ha estado corroyendo la mente de un tiempo a esta parte y mañana me dedicaré a disfrutar mi break entre tanto pesimismo, envidias y pesares.

Es tiempo para mí.

Síp, soy un poco bipolar.

domingo, 28 de agosto de 2011

Una cosa es creerlo, otra cosa es que sea cierto.

Pensé que este año sería distinto. Que tal vez ya había superado mi etapa de represión mental y de sofocamiento social. Pensé que este año podría ser un buen año para mi salud mental y mis típicos sentimientos de no querer estar en ningún lado.

Pero una cosa es pensarlo, y otra cosa es que sea cierta.

Me equivoqué rotundamente. Posiblemente se vio aplazado (o aumentado) el período en que me suele pasar esto. Casi siempre es cerca de las vacaciones de invierno, pero ya en esta época se me pasa... aunque los días de Septiembre tampoco son mis mejores días, así que no sé. Tal vez sea simplemente que ya me llegó mi momento de tormento anual.

Supongo que el año me salvé porque estaba concentrada más en entrar a la universidad que en los conflictos sociales, pero de todas formas pasó una que otra cosa.

Tal vez confesar lo inconfesable por primera vez en voz alta me dio mucho que pensar, porque no ha cesado de dar vueltas en mi cabeza desde ese día. Ahora hablo en código, pero es que realmente... hay cosas inconfesables, al menos públicamente. Hay gente que sabe mi mayor, más terrible y ¿mejor guardado? secreto, que por un par de vasos de Vodka confesé sin más a gente prácticamente desconocida para mí. Pero supongo que el factor tiempo no es algo que influya en este tipo de cosas... Si fuese por eso mi madre lo sabría hace mucho tiempo, y es a la última persona que se lo diría. Lo mismo para papá.

Podría seguir dándole vueltas al asunto, pero lo único que tengo claro es que reconocerlo en voz alta es más terrible de lo que creí. Me avergüenza, me daña, me hastía... tengo miedo de que sea algo de conocimiento público. No quiero que la gente se aleje de mí. Quiero que me crean. Quiero que alguien escuche mi versión, que alguien escuche mis miedos, mis teorías... Tal vez necesito seriamente un psicólogo.

Otra cosa que me da vueltas en la cabeza es el hecho de que mi padre haya estado cumpleaños hace dos días y recién hoy pudimos vernos todos como familia y cantarle con una torta. Qué locura. Cómo odio estos días ajetreados que no nos dejan tener nuestra convivencia familiar tan escasa y poco aprovechada.

Quiero un día normal, sin estudios, sin preocupaciones en mi vida.

Pero ahora es imposible.

El estudiante, únete a la causa.

Si bien el escribir es una forma que yo utilizo para expresarme, también lo hago a través de la música. Yo no escribo música, ni la hago, pero siempre hay canciones que expresan más que mil palabras.

Hoy, sorprendentemente, traigo dos videos que me encantaron.

Ambos hablan por sí solos.

Video 1: "El estudiante"


Video 2: "Únete a la causa"






sábado, 20 de agosto de 2011

Más que amigas

Me he dado cuenta que cada vez que te miro me veo reflejada en tus ojos.
Somos tan parecidas, pero tan distintas que a veces me sorprende.
Todo el tiempo que hemos pasado juntas nos hizo complementarnos
y cuando necesitamos decirnos algo, basta con una mirada.
Supongo que sabes que a estas alturas las palabras sobran,
así que no es necesario decirte todo lo que he llegado a conocerte.
Pero sí, debería decirte qué es lo que más me gusta de ti:
tus risas, tus bromas, tus locuras e incluco tus excentricidades.
No entiendo a las personas que no te aprecian como yo,
porque eres realmente especial para mí.

Llaman a lo nuestro amistad, pero yo sé que es más que eso.
Es como si fuésemos hermanas.

Y por ese sentimiento me encantaría decirte millones de cosas significativas,
algo así como "tus ojos reflejan la belleza de tu interior",
que son frases realmente ciertas.

Y si te arranco una sonrisa, siento que todo vale la pena.

¿Sabes? Me gustaría volar y poder llevarte conmigo.
Me imagino que desde arriba podemos ver las cosas más lindas
y con esa imagen seremos felices por el resto de nuestras vidas.
Eso podría ser un gran regalo, así que te regalaré un pedacito de cielo.

Mejor, te regalo un pedacito de mi corazón.

Si lo hago, es porque te quiero.
Y si te quiero, es por ser quién eres.
Y aunque llegases a cambiar me adaptaré a ti,
porque, ya sabes, eres muy importante en mi vida.

Y si no estás, si llegases a falta... simplemente esto no tendría sentido.
Extraído de una nota de facebook, hecha por mí misma.
19 de octubre, 2009


Nota:
Creo que cuando escribí esto ni yo misma era consciente de cuan ciertas son estas palabras.
De hecho, creo que ahora cobran mucho más significado de lo que lo hacían entonces.
Tal vez hay algo místico dando vueltas por aquí. No puedo creer que una cosa que escribí hace como dos años tenga un significado aún mayor que entonces.
Quizá fue una especie de inspiración divina, como un presagio del futuro. Simplemente no creo que seamos solo amigas. Somos como hermanas, somos como almas gemelas. Es como si nuestra amistad siempre hubiese estado destinada a ser.
Cada vez creo más que hay algo más fuerte detrás de todo esto. Algo más profundo, algo más misterioso.
De todas formas, no me quejo. Amo que las cosas sean justo así.
Alia, yo sé que tú me entiendes, yo sé que sientes exactamente lo mismo. Es algo demasiado inexplicable, así que ya no busco respuestas. Solo dejo que sea. Tú sabes cuántas coincidencias tenemos. Allá arriba, o donde sea, tienen algo destinado para nosotras.
Y para aquello, estaremos juntas.

sábado, 6 de agosto de 2011

Sobre sicópatas y otros personajes

Esa mañana me despertó mi hermano. Entró a la pieza y me dijo: "Mi mamá se va".

Mi primer pensamiento de la mañana fue: Mierda, me quedé dormida. Así que pegué un salto en la cama y me senté. Aún tenía los ojos pegados, las neuronas dormidas y hacía frío. Me moví rápidamente por la pieza buscando ropa abrigada que ponerme, por la ventana se apreciaba claramente un día nublado, triste. Como a mí me gustaba. Pensarán "¿cómo es que le gustan los días tristes?" Bueno, la mayoría de la gente los considera tristes, a mí: me encantan.

Mi mamá llegó a la pieza cuando estaba a medio vestir y no encontraba una camiseta abrigada que ponerme que ella sacó de un mueble y me la pasé. Me la puse rápidamente y corrí a ordenar mis cosas para irme a estudiar a la universidad.

Mi papá nos llevó. Dejamos a mi mamá en donde tenía su reunión de la Iglesia y lo acompañé a buscar las entradas de un evento musical que había en el colegio de mis hermanos esa misma tarde. Desayunamos juntos y me dejó frente a mi universidad.

Allí ya había alguno de mis amigos encima de un brazo, mirando músculos y diciendo sus nombres en alto. Los saludé, me puse mi delantal, tomé un par de guantes y empecé a estudiar junto con ellos.

Nos reímos cuando comentábamos que no podíamos reconocer un músculo cuando cambiábamos de brazo. "Disculpe, señor, no puedo operarlo porque solo me aprendí el brazo derecho". Más risas. Cambiamos de mesón para mirar otro brazo. Llegó más gente. Una amiga estaba ahogada. Le hicimos bullying (con amor). Éramos muchos. Nos dividimos en grupos. Reconocimos cosas, aprendimos.

Hora del break. Anécdotas recientes. Comida. Bromas. Historias no contadas. Regreso al pabellón.

Más músculos (la mano tiene 17 músculos). Arterias. Materia. Nervios. Risas. Bromas.

Hora de ir a casa. Más bromas. Caminábamos dos amigas bajo el brazo de nuestro amigo. Me suelta a mí para subir a las escaleras, me burlo "Es que él no se la puede con dos". Me abraza de nuevo. Risas.

A casa, está lloviznando. Voy llegando y me encuentro con mi hermana, nos ponemos a hablar a medio camino de nuestra casa. Ella iba a comprar, la hago devolverse y le presto mi celular para que pololee. Descubre las llamadas perdidas de un reciente conocido.

"Es un sicópata".

La acompaño al supermercado. Conversaciones. Un helado en un día lluvioso. En casa otra vez.

Un día en mi vida. Un día tranquilo. Un día normal.