Ayer falleció la perrita regalona de la casa de mis tías.
El suceso me hizo analizar todo el amor y cariño que mi familia le tiene a los animales. Me doy cuenta de que para nosotros no son simples mascotas. Son integrantes de nuestra familia. Si pudiésemos ponerlos como miembros de la familia probablemente lo haríamos.
Me senté en el suelo al lado de nuestro perro (el que le regalaron a mi hermana, pero que es de todos igualmente) y moví su patita y me miraba con cara tierna; recordé cuando le dije hace unos días atrás "Kerchac, no te mueras nunca".
Hay muchas personas que no tienen esta visión de los animales. Que son como nosotros, que sienten como nosotros. Tampoco muchos otros comprenden lo que nosotros sentimos por ellos. Con nosotros me refiero a mi familia en particular (sé que hay muchas personas que tienen la misma visión que mi familia, pero no quiero generalizar en algo más personal).
La Pelu (Pelusa, Pelusita) era la hija que añoraban mis tías. Era la hija de una de ellas. La cuidaba, la mimaba, la llevaba al veterinario, le tenía su cama impecable, le daba amor, le daba abrigo, confort.
Mi tía siempre quiso tener un hijo. Lo quiere tener. Añora un hijo. Sin embargo por las circunstancias de la vida, por cosas personales, ella simplemente no lo tuvo y tampoco tiene una pareja. Sigue viviendo en la casa de sus padres junto con otras dos hermanas y realmente... uno podría decir "Oh, son las tías solteronas" Pero no es así. Las cosas son como son. Así se dieron. Y ahora ella perdió a lo más cercano a un hijo que podría tener. Los siguientes seríamos nosotros, sus sobrinos, pero no es lo mismo porque no vive con nosotros y no nos crió, solo nos mimó las veces que íbamos a visitarlos.
Nuestros gatos, nuestros perros, los cerditos, las vacas... son animales con tanto sentimiento como nosotros. También respiran, también quieren, también ocupan espacio en nuestra tierra como nosotros.
Así que hoy doy este espacio para aquellos que aman a los animales y que los consideran como parte de su familia.