"Para escribir solo hacen falta dos cosas: tener algo que decir y decirlo" - Oscar Wilde

martes, 22 de enero de 2013

Integrantes de la familia

Ayer falleció la perrita regalona de la casa de mis tías.

El suceso me hizo analizar todo el amor y cariño que mi familia le tiene a los animales. Me doy cuenta de que para nosotros no son simples mascotas. Son integrantes de nuestra familia. Si pudiésemos ponerlos como miembros de la familia probablemente lo haríamos.

Me senté en el suelo al lado de nuestro perro (el que le regalaron a mi hermana, pero que es de todos igualmente) y moví su patita y me miraba con cara tierna; recordé cuando le dije hace unos días atrás "Kerchac, no te mueras nunca".

Hay muchas personas que no tienen esta visión de los animales. Que son como nosotros, que sienten como nosotros. Tampoco muchos otros comprenden lo que nosotros sentimos por ellos. Con nosotros me refiero a mi familia en particular (sé que hay muchas personas que tienen la misma visión que mi familia, pero no quiero generalizar en algo más personal).

La Pelu (Pelusa, Pelusita) era la hija que añoraban mis tías. Era la hija de una de ellas. La cuidaba, la mimaba, la llevaba al veterinario, le tenía su cama impecable, le daba amor, le daba abrigo, confort.

Mi tía siempre quiso tener un hijo. Lo quiere tener. Añora un hijo. Sin embargo por las circunstancias de la vida, por cosas personales, ella simplemente no lo tuvo y tampoco tiene una pareja. Sigue viviendo en la casa de sus padres junto con otras dos hermanas y realmente... uno podría decir "Oh, son las tías solteronas" Pero no es así. Las cosas son como son. Así se dieron. Y ahora ella perdió a lo más cercano a un hijo que podría tener. Los siguientes seríamos nosotros, sus sobrinos, pero no es lo mismo porque no vive con nosotros y no nos crió, solo nos mimó las veces que íbamos a visitarlos.

Nuestros gatos, nuestros perros, los cerditos, las vacas... son animales con tanto sentimiento como nosotros. También respiran, también quieren, también ocupan espacio en nuestra tierra como nosotros.

Así que hoy doy este espacio para aquellos que aman a los animales y que los consideran como parte de su familia.

martes, 1 de enero de 2013

Sin expectativas

Suena súper pesimista el título, pero en verdad no es así. Hace un rato me di cuenta que la vida es mucho más fácil cuando no estás esperando nada, nada de nada ni nada de nadie. Creo que el 2012 fue uno de los mejores años de mi vida precisamente por eso, porque no estaba esperando gran cosa, tal vez tenga mucho que ver el hecho de que estaba preocupada más por otras cosas (el examen que tuve) en vez del cambio de año. Aún así, cuando entré a clases en marzo, lo único que esperaba era tener pilas para que me fuese bien en la universidad.

Tal vez la única expectativa que tuve fue la de poder tener más contacto social. Y lo tuve. Pero no esperaba hacerme mega amiga de las personas ni que nuestra relación se volviese más estrecha ni que ellos estuviesen tan pendientes de mí como a una persona le gusta que la gente los quiera. 

Realmente, no esperaba nada... y pasó todo.

Recuerdo el día de mi cumpleaños. Yo estaba ahí, igual medio esperando que me hicieran alguna sorpresa, porque mis amigos son así, siempre hacen sorpresas. Pero tampoco estaba tan convencida, como que no sentía que fuesen a sentirse tan cercanos como para prepararme algo o no. Tenía como las "ilusiones de..." pero no la expectativa, no sé si se entiende. Y tadám. Yo les arruiné la sorpresa o así me dijeron. Yo me sentí contenta porque se hubiesen acordado y preparado para eso, así que fui feliz con eso. Pero cuando un par de días después, con todos juntos en el almuerzo (ese era el único día que todos teníamos clases juntos, y con todos me refiero a los que repitieron un ramo que son amigos nuestros también) de repente llegaron con una explosión de globos y serpentinas y me cantaron "Cumpleaños feliz" ¡y qué feliz!. Eso si que no me lo esperaba... y creo que desde esa semana, todo fue cuesta arriba. 

Me convertí en una persona toda sonrisas y alegría. Llena de optimismo. Y luego, el punto álgido, la confirmación de que yo quería ser una persona feliz y no preocuparme de nada más, cuando conocí aquel hermoso bebé Down en la micro. 

Todo esto se desarrolló en un año académicamente malo, mi mamá me reprochaba el no verme estudiando sino verme leyendo mis historias, escribiendo, estando metida en el pc. Pero yo me estaba sintiendo tan bien que no sentía como algo malo lo que estaba haciendo. Me estaba encontrando conmigo misma. En verdad, tal vez fue un error de mi parte dejarme avasallar totalmente por la felicidad de sentirme bien todo el tiempo y de hacer todo lo que yo quería hacer. Supongo que aún estoy buscando el punto intermedio. Pero fue bueno, me hizo bien y como no ha pasado nada terrible aún, creo que puedo empezar con energías renovadas este año y con el positivismo por delante. 

Así que no espero nada de este año, que sea como quiera venir. Yo lo recibo con los brazos abiertos igualmente.